Hace dos semanas retrasamos una hora el reloj, es decir, dormimos una hora más. Aunque nos parezca un cambio pequeño, esta medida puede afectar el bioritmo de los más pequeños. Según la AEP (Asociación Española de Pediatría), los niños son el colectivo que más nota los efectos del cambio. Su reloj biológico puede tardar desde un par de días hasta una semana en adaptarse al nuevo horario.
Respecto al cambio de hora que hemos hecho en octubre, lo podemos traducir como un retraso de las comidas y la hora de acostarse. Es habitual que los niños presenten cambios en el patrón de sueño durante los primeros días, mal humor, irritabilidad y que estén más apáticos y nerviosos, así como que presenten alteraciones en los hábitos alimenticios. A medida que van creciendo, estos efectos se van reduciendo, aunque no desaparecen por completo.
Cómo reducir el impacto del cambio horario
Una de las mejores maneras para hacer que el cambio no se note tanto en los pequeños es acostumbrarles unos días antes de que se produzca, es decir, anticipar. Por ejemplo, se puede retrasar 15 minutos el horario de todas las rutinas del niño (comer, dormir, levantarse …), de este modo el cambio se notará de manera menos brusca.
Es importante que toda la familia acompañe al niño en este proceso de cambio, de esta manera verá que es un hecho que afecta a todos los integrantes de la casa y le costará menos sentirse implicado con los cambios.
MªVictoria Jubert Anfrons
Psicóloga y Psicopedagoga
Col. 16747