El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico caracterizado por la producción de movimientos repetitivos, estereotipados e involuntarios (tics motores) y la emisión de sonidos vocales involuntarios (tics vocales).
Los primeros síntomas del síndrome de Tourette se observan casi siempre a partir de la niñez, iniciándose generalmente entre los 7 y 10 años de edad.
El curso de la enfermedad varía entre pacientes. Los tics van y vienen con el transcurso del tiempo y varían en el tipo, frecuencia, sitio y severidad del tic. Así, aunque el síndrome de Tourette puede manifestarse como condición crónica con síntomas que persisten durante toda la vida, la mayoría de las personas que padecen de síndrome de Tourette presentan la máxima severidad de los tics durante los primeros años de adolescencia y van mejorando al avanzar hacia la fase más tardía de la adolescencia o al comienzo de la edad adulta.
Los tics a menudo empeoran cuando la persona está excitada, cansada o padece de ansiedad y se atenúan durante la realización de actividades calmadas o que requieren de concentración.
Existen medicamentos efectivos para aquellas personas cuyos síntomas interfieren con su funcionamiento diario. Sin embargo, debido a que los síntomas del tic no siempre producen discapacidad, no todas las personas con el síndrome de Tourette requieren de tratamiento psicofarmacológico.
El tratamiento psicológico puede ser especialmente en útil para ayudar a adaptarse mejor al trastorno y a manejar los problemas sociales y emocionales secundarios que a veces ocurren como consecuencia del mismo.