Las nuevas tecnologías han traído a la consulta nuevas inquietudes y paradigmas relacionados con su uso. Uno de ellos es la llamada “nomofobia” que proviene de la expresión inglesa «no-mobile-phone phobia» y que expresa el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. 

Consideran algunos expertos que el problema que favorece la manifestaciones de ciertos trastornos de ansiedad se deriva de la forma en la que se está actualmente conectado a través de los teléfonos inteligentes. 

Para que nos hagamos una idea, cada usuario consulta su móvil unas 34 veces al día pudiendo llegar a cifras patológicas de unas 62 consultas diarias. Lógicamente los smartphones, llenos de aplicaciones y nuevos usos (cámara, internet, redes sociales, etc.) suelen ofrecer una necesidad y dependencia más preciada. 

Los estudios dicen que son los adolescentes uno de los colectivos más afectados en cuestiones de uso y abuso de estas tecnologías pero estamos todos inmersos en esta nueva ola digital que estamos aprendiendo a navegar con coherencia. Para ello es interesante, como adultos, podernos cuestionar con cierta regularidad las siguientes preguntas con el objetivo de revisar nuestras rutinas y generar los cambios que consideremos más saludables:

¿Puedo salir a la calle sin teléfono?

¿Si me olvido el teléfono, vuelvo a por él sin pensarlo? 

¿Apago mi teléfono de vez en cuando? 

¿Llevo mi teléfono a todas partes incluidas todas las estancias de mi casa?  

¿Me despierto por la noche y reviso si tengo mensajes? 

¿Es el teléfono lo primero que miro por la mañana?

¿Me distraigo y no pongo atención cuando estoy con el teléfono? 

¿Reviso el teléfono de forma automática e irreflexiva? 

¿Reviso con ansias a que entre un mensaje o una llamada cuando tengo tiempo libre? 

¿Me comunico con mayor facilidad por medio del chat o por llamada que en persona?

¿Qué marcos podrían darnos un encuadre sano en el uso de las nuevas tecnologías?

 

  • Separar momentos: la noche para dormir, la cena para comer… Es decir, apagar el teléfono y tenerlo en otra estancia.

 

  • Dosificar la cantidad de información que consumismos, la llamada “dieta digital”.
  • Distinguir qué usos han de tener los mensajes tecnológicos, es decir, cuadrar horarios, convenir una cita, un comentario esporádico…(una conversación sincera nunca podrá ser expresada de la misma forma en el chat).
  • Con los más jóvenes es importante que experimenten horarios de conexión y desconexión.